martes, 9 de junio de 2009

Tres esferas

Esta obra es un grabado en madera publicado en 1945. Con esta obra Escher muestra cómo a partir de una idea realmente sencilla se puede conseguir un efecto realmente llamativo y con múltiples lecturas. Escher dibuja tres esferas de igual tamaño en la mesa, pero en realidad son la misma. Lo que parece que es una esfera, es en realidad un círculo plano con un dibujo curvo, que aparenta ser una esfera. Para descubrir el engaño al espectador, Escher dibuja el mismo círculo de pie arriba, tumbado abajo y «claramente» doblado en el centro. Al entender esto, resulta obvio comprender la imagen y la ausencia de esferas. ¿Verdad? Sin embargo, y no sin cierta ironía, el espectador olvida que está viendo una imagen en dos dimensiones, un dibujo plano, y que como tal no existen esos círculos tumbados y dobladas en 3-D, sino sólo su representación en 2 dimensiones.




Esta es la segunda parte de la obra,
que en vez de colocar las tres esferas una encima de otra, las pone de forma horizontal con lo que vemos que la esfera de la izquierda es de vidrio y deja pasar la luz, por lo que parece que aumenta la estructura de la mesa, a la vez que refleja la propia mesa y una ventana situada a la izquierda. La esfera del centro es totalmente reflectante y nos muestra otra vez al artista trabajando (como la obra de su mano cogiendo una esfera reflectante, donde se autorretrata), con los ojos en el centro de la esfera, y refleja también a las otras dos esferas a los lados. La tercera esfera, la de la derecha, es opaca y no refleja nada, pero nos permite ver los juegos de sombras que provoca la luz sobre la mesa.

jueves, 28 de mayo de 2009

Reptiles

En esta obra Escher vuelve a representar la bidimensión que al final se convierte en tridimensión.Un reptil aparece reptando desde el folio donde aparece un puzzle con figuras iguales y sin huecos de por medio para empezar un breve ciclo de vida tridimensional que llegará a posicionarse sobre un dodecaedro. Después, el reptil vuelve al plano bidimensional donde desaparece.
Con una de sus patas y su cabeza de constitución plástica fuera del cuaderno, lucha consigo mismo para liberarse y lanzarse hacia la vida. Sube hacia arriba sobre el lomo de un libro de Zoología, avanza costosamente por una superficie inc
ilinada y resbaladiza hasta alcanzar su cumbre. Entonces, después, cansado pero satisfecho, lanza un soplido para despues bajar por encima de un cenicero y finalmente retornar al papel del que nunca debió haber salido. El reptil se reincorpora al plano donde su cabeza y parte delantera se van aplanando hasta finalmente ver desaparecer esa tercera dimensión.

Gota de rocío

Este cuadro de Escher "Gota de rocío" nos muestra todo el brillo y la luz de una gota de agua sobre una hoja, al tiempo que hace de lupa permitiendo apreciar con gran detalle la rugosa piel de la hoja. En el interior de la gota han surgido minúsculas burbujas que se extienden sobre las ramificaciones de su superficie.

Sobre ella, vemos que la gota de rocío muestra también una ventana y unas partículas de aire blancas, están presentes entre la hoja y la gota.

La gota de rocío es el elemento intertextual que adorna la hoja y agranda sus ramificaciones creando un microcosmos de vida sobre la vida vegetal que la soporta.

Lazo de unión

Dos espirales se unen para formar a la izquierda una cabeza de mujer y a la derecha una de un hombre en una banda sin fin que las enlaza desde el cerebro hasta el cuello pasando por la frente y donde se observan absolutamente todos los rasgos faciales de cada uno de ellos como pueden ser la nariz, los ojos, el pelo, la boca e incluso la barba-bigote del hombre.

Como en muchos grabados de ESCHER, se representa la unidad de una realidad dual. La ilusión de volumen está reforzada por unas esferas que flotan delante, detrás y dentro de ambas caras.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Otro mundo II

"Nos resulta imposible imaginar que, más allá de las estrellas más lejanas que vemos en el firmamento, el espacio se acaba, que tiene un límite más allá del cual no hay nada..."

Esta imagen, una de las más representativas de Escher ya que presenta múltiples perspectivas. En el centro de la imágen observamos un pájaro perfectamente retratado según las normas renacentistas de la perspectiva, que también se muestra en la parte superior de la misma, como si entre las dos perspectivas hubiese un espejo y se reproduciese la misma imagen. La sensación de profundidad se consigue mediante la representación de líneas paralelas que van a parar en un punto central de fuga.
Escher aprovecha las ventanas de tan peculiar construcción para mostrar una luna desde tres distintos puntos de vista. Aquí se juega con la ambigüedad del punto de vista. El plano posterior puede representarse como un muro, suelo o techo, según la pared lateral que adoptemos como referencia.
En esta obra vemos como el paisaje lunar que Escher representa poblado de planetas, galaxias y cometas aumenta considerablemente la irrealidad de la escena.

martes, 5 de mayo de 2009

Tres mundos

Con este cuadro, pintado en 1955, se obtiene una visión de tres mundos totalmente integrada en uno donde los enlaza en la superficie reflectante de un lago. En esta obra podemos observar el mundo sub-acuático donde vemos a un pez nadando que muestra ese punto de equilibrio, claridad y esa tranquilidad de las aguas, otro mundo es la superficie del agua donde flotan las hojas secas caidas de los árboles, que forman el tercer mundo visible únicamente en el reflejo que hay de ellos en el agua; por ello Escher llamó a esta obra "Tres mundos".

Dia y Noche

Esta obra fue grabada en madera en el año 1939 por el famoso M.C.Escher. Se considera uno de los dibujos más admirados y reproducidos del artista, y este al contrario que muchas de sus otras obras es ciertamente bello por su sencillez y elegancia. Incluye varios detalles interesantes, como son la combinación en forma de patrón de pájaros blancos y negros que vuelan en direcciones opuestas y rellenan el plano sin huecos. Muestra una metamorfosis delicada pero rápida de las aves en la escena general y el hecho de que las dos zonas, izquierda y derecha, una de día y la otra de noche, correspondan exactamente al mismo lugar. Un montón de dualidades, genialmente resueltas, en la misma escena.

Esta obra se convirtió en seguida en una de las obras más populares de Escher. En ella se producen progresivas transformaciones tanto en horizontal (durante la cuál el día se transforma en una noche que además es su espejo) como en vertical, en la que los terrenos de la superficie se transforman en aves que surcan (y llenan) el cielo.


En la parte central superior el plano se divide en losetas blancas y negras, perfectamente encajadas. Sin embargo aquí se introduce otra dimensión, conforme bajamos aparecen otras con formas más amorfas que terminan en rombos. El color se difumina hasta un gris pálido. Al desplazarnos lateralmente el mosaico se disuelve en el paisaje sobrevolado por las aves: diurno a la izquierda y nocturno a la derecha. Se ilustra así el paradigma de la complementariedad: no existe blanco sin negro, ni día sin noche, aunque todo puede confundirse en tono de grises.